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febrero 20, 2017

Un antibiótico es un medicamento destinado acabar con infecciones causadas por bacterias. De la misma forma que existen diversas especies de bacterias que provocan enfermedades en personas y animales, así también existe una amplia variedad de antibióticos que actúan con cierto grado de selectividad frente a las bacterias. El objetivo terapéutico del antibiótico es ayudar al organismo en su lucha biológica contra las bacterias causantes de la infección.

Existen muchas clases de antibióticos, que actúan de formas diferentes y sobre grupos diversos de bacterias patógenas. Por ello, es fundamental que previo a utilizar un antibiótico se haga un diagnóstico médico preciso, para determinar cuál es el alcance de la infección, su posible causa y el tratamiento más adecuado, teniendo en cuenta también otros aspectos del paciente.

¿Qué es el uso Prudente de Antibióticos?

Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, la selección del antibiótico debe llevarse a cabo por el médico que realiza el diagnóstico, quien indicará al paciente la dosis y la duración del tratamiento.

Por consiguiente, los antibióticos sólo deben utilizarse, si han sido prescritos por un médico y dispensados en una farmacia dónde se presentó la correspondiente receta médica.

El diagnóstico y la prescripción médica garantizan la mejor selección del antibiótico adecuado para cada situación, mejorando los resultados  y reduciendo al mínimo el riesgo de efectos. Los antibióticos tienen posible efecto adverso, las resistencias bacterianas.

¿Qué son las resistencias bacterianas?

Las bacterias son organismos vivos y, por lo tanto, tiene una notable capacidad de adaptación al entorno. De hecho, esa capacidad les ha permitido soportar 3.000 millones de años de evolución biológica.

Tal capacidad de adaptación, les permite a las bacterias producir enfermedades en personas y animales. En este sentido, muchas de estas bacterias patógenas han sido capaces de desarrollar mecanismos, resistentes a uno o varios tipos de antibióticos. Y ese es uno de los motivos, por los cuales algunos antibióticos, en determinadas infecciones, han ido perdiendo eficacia.

Este incremento de la resistencia bacteriana a ciertos antibióticos supone una reducción de la eficacia terapéutica y, al mismo tiempo, la aparición de cuadros clínicos de muy difícil tratamiento con los antibióticos actualmente disponibles.

Aunque la investigación farmacéutica está aportando continuamente nuevos antibióticos, cada vez más potentes y selectivos, capaces de evitar algunos tipos de bacterias.  El problema de la resistencia bacteriana no se soluciona solo incorporando nuevos medicamentos, cuya investigación es muy costosa, sino evitando o reduciendo la mala aplicación de los antibióticos, cómo: la elección inadecuada de antibiótico, según la infección y la utilización de dosis inadecuadas o duración insuficiente del tratamiento.

Este incremento de la resistencia bacteriana a ciertos antibióticos supone una reducción de la eficacia terapéutica y, al mismo tiempo, la aparición de cuadros clínicos de muy difícil tratamiento con los antibióticos actualmente disponibles.

Consejos para el Uso Prudente de Antibióticos

  • En caso de padecer una infección se debe acudir siempre al médico, él le indicará si la enfermedad está producida por una bacteria y le prescribirá el antibiótico adecuado.
  • Tomar en cuenta que enfermedades como la gripe y ciertas infecciones de garganta, son producidas por virus y el uso de antibióticos no es eficaz.
  • El mas importante es cumplir con el tratamiento completo, aunque se mejore antes. Si se interrumpe el tratamiento de forma prematura, se corre el riesgo de que la bacteria patógena vuelva a crecer y a multiplicarse, produciendo así una infección aún más grave.
  • La duración del tratamiento se especifica en la receta médica. Generalmente, la mayoría de los tratamientos se establecen por periodos entre 5 y 10 días.
  • Es esencial tomar la dosis correcta del medicamento y a la hora indicada.
  • Los antibióticos son generalmente fármacos seguros, aunque, como todo medicamento pueden producir reacciones adversas. La alergia es uno de los efectos más conocidos, aunque no de los más frecuentes. El paciente deberá saber si es alérgico y llevar siempre consigo una tarjeta o medalla que lo indique.
  • Otros efectos adversos se producen por la destrucción, de bacterias beneficiosas que se encuentran formando parte de la flora intestinal. Esto puede ocasionar dolor de estómago, diarrea, infecciones vaginales y otros problemas.

Fuente:  Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, España. Diciembre 2016